El diablo ató a la diabla con una varita de mimbre, vistosita no quedó pero quedó firme.
Para qué andarse con florituras. Supongo que este refrán habrá justificado y tendrá que justificar muchas chapuzas que se consienten con una presunta pacticidad, que no siempre resulta correcta.
Yo prefiero, siempre que se pueda, atar al diablo con una buena correa, por si las moscas.