Mucho prometer hasta meter, y una vez metido nada de lo prometido
lo que pasa es que tenemos la memoria muy frágil y solemos olvidar lo prometido. Otras veces nos dejamos camelar porque nos gusta que nos prometan (aunque sepamos que es mentira) y a algunos y a veces, también le gusta que "se la metan".
Después de las elecciones ya se sabe: se olvidarán de ti hasta la próxima campaña electoral.
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